La filosofía moral de Séneca despliega unas líneas trasversales que convergen en el concepto de “ataraxia” y que encontramos en estos tres diálogos en nueva traducción directa del latín, a cargo de Luis Frayle Delgado, los cuales contienen el núcleo fundamental de una filosofía que se expande en los diálogos y cartas, con insistencia en cada obra en alguna de las virtudes y los hábitos que conforman la vida del sabio. A través de un diálogo imaginario, el filósofo va respondiendo a las cuestiones que él mismo se plantea (cuál es el camino, cuáles los obstáculos y el modo de superarlos), confrontando con las muchas objeciones que le plantean sus adversarios epicúreos, a las que tiene que responder a veces incluso de modo personal, puesto que son en muchos casos alusiones ad hominem referentes a su propia vida, la cual de hecho no coincide con su propia doctrina. En La brevedad de la vida defiende Séneca que la vida no es corta sino que la hacemos corta porque no sabemos aprovechar y vivirla intensamente en nuestro interior sin despilfarrarla, como hace la mayor parte de la gente, que vive hacia fuera y sin sentido ni mesura. En El ocio nos presenta el ocio o tiempo libre (equivalente a las actuales vacaciones) como esa oportunidad para que, liberados de los negocios, del trabajo y la profesión, incluso los deberes de la política y el gobierno, podamos dedicarnos al descanso sereno, a la meditación, a la cultura, a la contem plación, en una palabra, a gozart de esa vida interior que tanto despilfarramos de manera insustancial. En La vida feliz (que así hemos de traducir y no “la vida bienaventurada”, que hoy tiene otro sentido), trata expresamente de la felicidad y de cómo alcanzarla, afirmando ˗en clave estoica˗ que se consigue viviendo de acuerdo a la naturaleza.