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La carrera de Landino coincide con el período en que Florencia asistió al progresivo desplazamiento de las inquietudes cívicas de los primeros humanistas, como Salutati y Bruni, hacia posiciones más alejadas del compromiso político, caso de Ficino y Poliziano. En este contexto, el apasionado debate que se despliega en “Sobre la vida activa y contemplativa”, el libro I de las Disputas camaldulenses, cobra un sentido peculiar, pues pone sobre el tapete las dudas y vaivenes que asaltaban a muchos intelectuales de la época (y no sólo en Florencia). Aunque la solución que plantea en la obra el autor parece decantarse por un delicado equilibrio entre la reflexión filosófica y una entrega a los deberes cívicos del erudito, lo cierto es que fueron los propios acontecimientos los que acabaron obligando a cada autor a decantarse por uno u otro ámbito, en función de su vocación intelectual y sus circunstancias personales. En el caso de Landino, tanto su densa red de relaciones como su dedicación a la docencia le mantuvieron en una ubicación más o menos protegida de los avatares de la época.