ISBN: 978-84-128625-5-3
182x128mm. 41 págs. 10€
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DISTRIBUYE: DISTRIFORMA
Las páginas que ahora se reeditan (el capítulo final de Sobre las disciplinas) pueden aportar útiles perspectivas en el debate en torno a la función del intelectual en una sociedad abierta, así como incidir en su perfil ético centrado en valores poco vigentes en nuestra época: humildad, bonhomía, generosidad, unidos a la capacidad de aceptar las propias limitaciones y de acoger los hallazgos ajenos, no son frecuentes entre nuestros investigadores y docentes, urgidos a una competitividad impropia de un mundo en el que deberían imperar los afanes cooperativos y, sí, fraternales. De hecho, el humanismo cristiano que impregna este texto vuelve a mostrarlo como el paradigma capaz de aunar de nuevo todo aquello que la Modernidad ha separado, con su secularismo desaforado y su aversión a una trascendencia sin la cual, cabe admitirlo ya, el ser humano pierde la capacidad de percibirse como lo que es: una criatura eminente, ontológicamente superior al cosmos en el que nace, crece, se reproduce y muere, y destinada a esas “altas metas” a las que apelaba Cicerón y que para las cuales los humanistas nos sabemos indefectiblemente llamados."La turba de los estudiosos llama feliz y dorado al siglo en que hay mucha erudición. No es esto precisamente lo que hace feliz y dorado el siglo, sino lo otro, quiero decir, cuando los hombres doctos traducen a la realidad de la vida la doctrina que leyeron, que profesan, que preceptúan a los otros; cuando los que los oyen y los ven se sienten obligados a exclamar: Estos son los que hablan como viven y viven como hablan".
"La verdad, bajo cuyas banderas debemos militar, no es propiedad exclusiva de uno solo, sino común de la colectividad. Y si fuere tu contrincante quien tuviere la suerte de atinar con ella, no debes llevarlo con desabrimiento, al contrario, debes darle el parabién por el suceso halagüeño, del cual te cabe también a ti alguna parte"